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jeudi, avril 02, 2015

Un millón de gotas, ou Toutes les vagues de l'océan




Un millón de gotas, novela negra, llena de misterios y desgracias, en la que se puede descubrir otra parte de esa oscura historia humana. Una novela que el lector no puede dejar de lado y que lo sumerge en un viaje por el tiempo y el espacio. Llama la atención leer los conflictos de cada personaje. No son humanos beátos, son personas llenas de ambigüedades y contradicciones. Víctor del Árbol nos presenta personajes tan humanos que se balancéan entre la bondad y el odio, la grandeza y la humillación, entre el heroísmo y la paranoia.



 A través de esa ambiguedad, el autor nos confirma una certidumbre : la historia humana, aterradora y cruel se repite, cada ser humano puede ser tan bueno como malvado, cada uno puede albergar un oscuro deseo. Así como es presentado el enigmático personaje de Elías Gil « Esa calma no era resignación y tampoco cabía confundirla con la frialdad cruel y asesina de Ígor Sern. Tenía más que ver con un agujero dentro, como un disparo que sangraba en el interior de su alma y que se hacía más y más grande, un silencio oscuro, profundo, sólido. Las partes de Elías que podían sufrir, temer o incluso sentir amor estaban cercenadas, colgaban de ese silencio como miembros descoyuntados que ya no tenían utilidad. Ya no cabía la amargura ni el reproche. Comprendía que la inmensidad de lo que le había ocurrido a él le había sucedido antes a otros miles, no aquí, en la Unión Soviética, sino en cualquier rincón del mundo donde hubiese seres humanos. Y después les pasaría a otros miles, a millones quizá. Morirían sin razón, o por razones absurdas, la gente se aferraría a las banderas, a los himnos, a las trincheras. Matarían, morderían, destrozarían cuanto se interpusiera entre ellos y la vida. Y eso no sería ni bueno ni malo. »



Así Víctor del Árbol, en su novela Un millón de gotas nos habla de las guerras, de los campos de concentración. La matrioska, un enemigo invisible, nos permite viajar por los campos de concentración de  Rusia de 1930, por la frontera de España con Francia durante la Guerra Civil española y nos hace un recorrido por una europa del siglo XX convulsionada, llena de historia, de cambios, de muertes y nos muestra hasta qué punto el pasado continúa forjando nuestro presente. Una tragedia, que nos toca la piel y nos hace en ocaciones alejar el libro, para no ver ni sentir esa crueldad casi animal de la que son capaces algunos.


 

Lo que atrapa al lector en Un millón de gotas, no es el morbo de leer algunas de esas atrocidades, es la maestría con la que Víctor del Árbol mantiene el suspenso. Al pasar las páginas, al llegar al punto final de un capitulo, el lector no querra cerrar el libro. Algo terrible y secreto habita en cada personaje y es en cada palabra y cada acto que la matrioska va mostrando su profundidad.



Con este libro me sucedió lo que con pocos, me faltaban muchas páginas para el final, era un jueves y cerca de las 9:00pm decidí que era el momento de descansar los ojos, el corazón y la mente, debía descansar de ese viaje en el que uno se sorprende de la inociencia de algunos personaje y se molesta con la aberración de otros. 20 minutos después, la incertudumbre no permitió dormir. Debía terminar con la tragedia, conocer los demonios que acompañaban a Elias Gil, entender la inflexibilidad de Ana Ajmatova, reconocer en Gonzálo esa figura de héroe literario. Sentía el corazón en la garganta, pasaba las página llegué a la última, y la matrioska me mostró su última muñeca, ya era las 4:30am.
Liliana Tavera


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